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Tras una larga relación de años con los etruscos, ese notable pueblo de la antigüedad del que tanto heredaron los romanos (las fasces, sin ir más lejos, el emblema de la autoridad de los magistrados que portaban los lictores), siempre acabo volviendo irremediablemente a los tópicos acuñados sobre ellos. El misterio, la obsesión con la muerte y el mundo de ultratumba, la atmósfera de melancolía y grandeza perdida que les rodea, la adustez rayana en la crueldad, la manía adivinatoria…..
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